PROLOGO

      Desde siempre me encantó la fotografía, aunque en un principio, unicamente como una herramienta para guardar los mejores momentos que me permitía volver a revivirlos una y otra vez.

        En el año noventa y uno, con apenas catorce, mi tio Joaquín me regaló mi primera cámara, convencido de que aquello no sería para mí un hobby pasajero, ya que cada vez que él desenfundaba su vieja OM-10 (Olympus), me tenía un buen rato absorto mirándola y haciendo todo tipo de preguntas sobre ella y su funcionamiento.

          Mi tio había tenido cámara desde que yo recuerde, y creo que había estado haciendo fotografías desde antes incluso. Trabajó toda su vida como misionero recorriendo gran parte de america del sur, y supongo que como a mí, también le encantaba guardar momentos de todos los lugares que visitaba. No era profesional, pero mirando sus fotos podría parecerlo. Conocía todas las técnicas y las aplicaba con meridiana precisión en cada toma, en cada recuerdo.

          Si lo era mi primo hermano Luis, quién tubo la escluxividad del oficio en mi pueblo durante muchos años. Hacía todo tipo de reportajes de cualquier evento social o familiar. Aunque estos no era más que un oficio, como quién repara coches. Lo excepcional estaba en lo que no vendía, en lo que era solo suyo. Podía contarte miles de historias sin decir una palabra, simplemente a través de sus fotos. Cada vez que iba a su estudio, estas me atraían tanto o más que las cámaras de su pequño escaparate.

          Supongo que con estos antecedentes, era normal que tarde o temprano apareciese en mí la afición por la fotografía, aunque lo que no tengo tan claro es que me halla empapado lo suficiente de tan buenos maestros... en fín, supongo que eso deberán juzgarlo otros.

          Como he dicho antes, tube mi primera cámara en el año 1991, fué una Premier PC600. Una auténtica joya de la época, aunque por aquél entonces, eso significase unicamente que tenía avance automático del carrete, y un flash que se reciclaba en apenas cinco segundos.

          Desde entonces, raro era el día que no disparaba alguna fotografía, no solo a personas, sino también a objetos cotidianos que deseaba recordar cuando estos desaparecieran por el uso. Finalmente, mi tio tenía razón, y el hobby, lejos de desaparecer, iba en aumento. Fueron pasando por mis manos diferentes cámaras, hasta llegar a la era digital, donde aconsejado por el gran Juan Carlos Martín, decidí dar el paso con una Casio QV-R41, la cual supuso para mí un gran cambio en la manera de concevir la fotografía, no solo en el apartado técnico y de calidad de imagen, que también, sino sobre todo en cuanto a lo que ese hobby suponía económicamente hablando. El cambio al digital, supuso principalmente cientos de fotos más, donde antes habría hecho apenas una decena de ellas. Esto, redundó en una mayor calidad general de las imágenes, lo que a su vez incrementó más si cabe mi pasión por este mundo. Ya en el año 2005, recuerdo que en una boda, vi a mi amigo Goyo empuñando una Reflex Digital, una Nikon D50 para más señas. Goyo siempre había sido un artista en esto de la fotografía, consiguiendo imágenes realmente espectaculares a base de paciencia y una técnica muy depurada, aunque así y todo no pensaba que este tipo de cámaras estubiese al alcance del ciudadano medio. A partir de ahí, me puse a investigar con el fin de comprar el que para mí fuese el equipo reflex más conveniente, adquiriendo ese mismo año una Olympus E-500, una auténtica maravilla, llena de prestaciones con la que decidí adentrarme en el mundo de la fotografía creativa, y no solo como recuerdo como hasta entonces. De ahí hasta ahora, mi cámara me acompaña a cada sitio en el que espero poder encontrar algo diferente digno de llevarme a casa inmortalizado, habiendo conseguido hasta ahora, cientos de fotos, que sin entrar en el apartado técnico, dicen mucho para mí.

         De eso va este blog, de las historias que hay tras cada foto. No encontrarás aquí una fuente de conocimiento técnico o artístico, sino simplemente las anécdotas o historias que hay antes y después de cada foto, que es lo que para mí las hace realmente especiales.

          Solo espero que lo disfrutes tanto como yo disfrutaré haciéndolo